Financiamiento corrupto vs honesto en el caso de MCM
Financiamiento corrupto vs honesto en el caso de MCM
Felipe Pérez Martí
Movimiento Libertadores.
8 de Septiembre de 2023.
Ante nuestra propuesta a María Corina Machado, ha habido varios comentarios en la Venezuela-zuela (Qué Hacer). Ya comenté uno burlón, de mucho interés, como verán en la referencia abajo.
Ahora vienen otros relacionados con el tema del financiamiento de las campañas políticas. Ante nuestra crítica al caza-rentismo (cartel de mafias cazarrenta que financian las campañas de los políticos, para luego cobrarles del dinero del Estado),
una persona, José Gregorio, dijo:
“Los candidatos necesitan dinero. No he visto a ninguno haciendo rifas.
“Los financian de algún lado. El PSUV Las petroleras. Narcotráfico Banqueros Los medios de comunicación”
Otra persona, Alexis, dijo:
“De algún lado siempre sale el dinero para la política, menos de los bolsillos de los políticos, porque sencillamente no tienen.”
Les respondí:
Hola, José Gregorio y Alexis.
Este es uno de los temas de que vamos a hablar con detalle en los capítulos siguientes de nuestra recomendación a MCM. Aquí comentaré brevemente. Estamos de acuerdo en que de algún lugar debe venir el financiamiento de la campañas electorales. Los políticos no tienen por qué tener dinero para aspirar a un cargo público de representación designado mediante elecciones.
Pero he aquí el problema más grave en Venezuela, del cual parece no haber nociones claras en mucha gente, incluso los electores. Los ciudadanos, quienes son las víctimas más abyectas de toda esta expropiación inmisericorde que se ha hecho de sus propiedades, no solo con Maduro y con Chávez, sino en la cuarta república y más allá: desde que empezó la era petrolera.
Si un empresario financia a un político con motivos altruistas, por ejemplo para que, si al llegar a su posición hace mucho bien a la gente, entonces es algo muy bueno. Pues no persigue un interés propio.
Ahora bien, si lo hace por interés, hay dos casos. Puede ser bueno o puede ser malo. El primer caso es cuando lo hace porque está de acuerdo con sus políticas propuestas y su capacidad en la gerencia pública, por lo cual se va a beneficiar como consecuencia. Es el juego normal d e la democracia, en que unos consideran mejor unas políticas públicas y otros otras, con sus respectivas capacidades y carácter honesto en la gestión.
El caso malo es cuando el empresario busca cobrarle al político, una vez esté en el gobierno, para que le pase recursos del Estado directamente; o para que le otorgue un contrato. O que le dé un puesto a él o una persona que le sirve, en un puesto en que se puede hacer de recursos del Estado.
Sin profundizar mucho, se imaginarán lo que esto representa. Algo inadmisible. Por ahí se emplean a “amigos” (amiguismo), familiares (nepotismo), y se benefician a financistas con puestos o contratos, o directamente con un porcentaje de lo robado al Estado. De eso hay en todo el mundo, en realidad. Recordemos a Odebrecht y muchos otros casos. Y hay diversos métodos, dentro de una democracia que realmente funcione, para minimizar ese problema de corrupción.
A los empresarios o cualquier persona que “ayuda” a un político a llegar a un puesto de representación con esos fines, se le llama “caza-renta”. La razón es que los beneficios de su actividad empresarial, por ejemplo de la construcción de un autopista, no vienen solo de el trabajo productivo de su empresa, sino de un poder monopólico u oligopólico que viene del contacto político. El beneficio de su actividad no viene de la competencia en el mercado, ni de una licitación pública limpia, sino de una adjudicación interesada, en la que el político se lleva un porcentaje de la obra (Recuerden lo del 30%, o más). Al beneficio monopólico u oligopólico por encima del de equivalente de competencia se le llama “renta”. Es ineficiente, como podrán imaginar (además de injusto, corrupto): impide que los ciudadanos, y otros productores honestos, se beneficien de bajos precios y más oferta disponible de bienes y servicios.
Pero, como dije, ese problema lo hay en todas las democracias, por un lado, y hay mecanismos para tratar de controlarlos, por otro, en lo cual no me extiendo aquí. El problema mayúsculo es cuando un grupo de esos caza-renta se organiza para capturar por completo el Estado. No se trata de que un empresario tenga buenas “relaciones” con un político o otro en un cargo gubernamental. Sino de que la asociación de empresarios (asociación que se denomina cartel de de mafias, por razones obvias, de carácter delincuencial del proceso, sin entrar mucho más ahora en definiciones) tiene “buenas relaciones” con los políticos y/o funcionarios públicos que tienen todo el poder del Estado. Tanto el ejecutivo, como el legislativo, como el judicial, como los territoriales, empresas autónomas del Estado, etc.
Es lo que pasa en Venezuela. Y no solo en la quinta república. También en la cuarta. Y desde que empezó la era petrolera, como dije arriba. Ahora bien; por razones que no explicaré aquí con detalle, sino a lo largo de los capítulos y en otras extensiones y debates, ese fenómeno ocurre con más frecuencia en países que tienen recursos naturales mineros, como el petróleo. Cuya actividad económica de por sí produce una renta, la renta de la propiedad, como explico un poco en el artículo sobre la solución técnica, cuyo link les remito abajo.
La enfermedad que se genera en ese tipo de países tiene un nombre: Maldición de la Abundancia. El cartel está conformado por varios grupos. Varias mafias. Es una asociación de mafias que no siempre tienen relaciones idílicas. Y sus beneficios no siempre vienen de la renta petrolera, como nos podremos imaginar. Sino por actividades que, desde el Estado, se hace más fácil “facilitar”, e incluyen “emprendimientos” ilegales y nocivos, como el de las drogas. O el de la trata de niños o blancas, tráfico de órganos. Imagínense la creatividad que tendrán para extraer ventajas económicas del poder político. El cartel de mafias actúa a través de sus políticos financiados, comprados, vale decir. Son títeres de su poder. Y pueden tener conflictos entre las mafias. En Venezuela, sin entrar en detalles, hemos hablado de la roja (cuyo t´’itere es Maduro y cuya mafia regente principal es la cubana), la azul (empresarios “opositores”, que incluyen a Lorenzo Mendoza, Mezerhane, etc), y la negra (el Estado Profundo, cuyo títere en EEUU es Biden, en Canadá Justin Trudeau, en Francia es Macron, etc).
Una cosa grave de la que no he hablado es que la renta petrolera le pertenece a los ciudadanos. Pero solo en el papel. Lamentablemente, con la captura del Estado por esos carteles de mafias, ahora en pugna y en “acuerdos”, como hemos descrito para afirmar la hipótesis de que están llegando a un acuerdo para sacar a Maduro y tener un títere más pasable), los ciudadanos no ven absolutamente nada de esa renta. El Estado debería vivir de los impuestos, como en una democracia normal. Y renta petrolera debería ir a los propietarios directamente, los ciudadanos. Así los políticos, incluso si quisieran, no pueden quedarse con esa renta, “administrándola” con sus “amigos” financistas de campañas electorales.
La solución técnica es fácil, y tiene que ver con eso de si la renta pasa por el Estado o no: un Fondo Petrolero tipo Noruega, que le da la renta directamente a los ciudadanos. La solución política ya se imaginan lo difícil que será, pues hay que deshacerse del sistema que cobija a mucha gente en la sociedad: políticos títeres, instituciones corruptas; pasando por la cultura del ciudadano de a pie, que cree que si uno pasa por el gobierno y no se enriquece, es porque es gafo. Por eso hemos propuesto un “Pacto Republicano” entre los honestos, para sacar no solo a Maduro, sino al sistema caza-renta mismo. Eso requiere fuerza fáctica.
Con todo este escenario, ¿ustedes creen que el cartel de mafias, con sus pugnas y acuerdos, no están interviniendo en la primarias, o en las elecciones presidenciales? Ni en mil años. Imagínense que hasta las opiniones aquí en la Venezuela-zuela, que debería ser el modelo de la Venezuela-grande, reflejan la cultura caza-renta, de la cual también hay que salir. Se ha justificado, con esas opiniones, que los políticos tienen que llegar a acuerdos de paga posterior, cuando se esté en el gobierno, con los empresarios financistas.
En democracias avanzadas,como dije,hay formas de controlar esto, por ejemplo haciendo que el mismo Estado provea de los fondos para la promoción. Y los canales de televisión y radio, den cuotas a los candidatos, etc. (Recordemos que los medios de comunicación son propiedad de caza-renta en Venezuela; ahora en el mundo: el caza-rentismo negro).
Reiteramos que la exigencia a María Corina Machado de un Fondo Petrolero tipo Noruega implicaría que la renta pasa a los ciudadanos y no al cartel de mafias. Por lo cual no habría plata para el cartel, para pagar sus financiamientos a MCM ni a ningún otro político. La Junta d e Transición que proponemos garantiza eso. Por otro lado, la alianza internacional, con Trump y no con Biden, identifica que no hay alianza con el caza-rentismo negro, del Estado Profundo y su agenda satánica para la humanidad incluida Venezuela.
Aquí pueden ver una introducción a la solución técnica, en un artículo seminal al respecto:
Rentismo petrolero en Venezuela y su remedio (página 17)
http://clubmacro.unimet.edu.ve/wp-content/uploads/2018/01/MM-vol.3-n.-1.pdf
La solución política, la más difícil, la pueden ver aquí, que es nuestra propuesta (un Pacto de Punto fijo corregido en sus errores): https://www.movimientolibertadores.com/doc/GPSresumenv14.pdf
Cordialmente, agradecido por la oportunidad de debatir, que es lo que queremos, para poder salir de este marasmo, y pendientes para seguir el debate,
Felipe
PD1: Respuesta al comentario burlón:
PD2. Propuesta a MCM: