Cómo evitar la Tercera Guerra Mundial

Cómo evitar la Tercera Guerra Mundial

Felipe Pérez Martí

14 de Marzo de 2022.


Estimados todos.

En el episodio de la transfiguración, Jesús cambia de aspecto físico (de figura) a los ojos de Pedro, Juan y Santiago en la montaña Tabor (Lucas 9:28-36, reproducido abajo).


La mayoría no lo sabemos, pero vivimos en un mundo invisible además del visible. El primero, que vieron los mencionados apóstoles durante la transfiguración por una gracia especial, requiere los ojos de la fe para poder verse, y es mucho más importante, más real y determinante, que el segundo, que vemos con los ojos y demás sentidos físicos. Los santos sí que saben de la existencia de ese mundo y de que ahí reina Dios, Quien los tiene y trata como sus amados hijos. Por eso “viven” en ese mundo, invisible a los ojos terrenales, para todos los efectos, tanto de pensamiento, como de sentimiento y de obras que se derivan de ello. Por eso (ad)ministran milagros tan fácilmente: sanaciones corporales sin explicación natural; viajes instantáneos a otros lugares, al pasado o futuro; presencia en varios sitios al mismo tiempo; lectura del pensamiento y la historia de los demás; levitación, etc. No se trata de magia, claro, sino de realidad. Realidad última, primordial y más importante y determinante, de nuevo, que la que ven nuestros sentidos corporales.


A esa vida, en la realidad última, estamos llamados todos para disfrutar una felicidad indecible. Nada que ver con los placeres del mundo que nos proveen los sentidos corporales, incluso en sus máximas expresiones como sexo, droga, poder político y económico. El Apóstol Pedro se quedó tan anonadado cuando se le concedió esa gracia en el monte Tabor, que cuando se espabiló del letargo en el que estaba, al ser testigo junto con Juan y Santiago de esa tremenda gloria inusitada para ellos, le dijo a Jesús: “Maestro, qué bien se está aquí”. El impacto fue tan grande que se olvidó de sí mismo y de sus compañeros, pues le propuso a Jesús construir unas tiendas para seguir viviendo ahí indefinidamente, pero no para ellos, sino para los del mundo trascendente que estaban ante sus ojos, todos transfigurados: Jesús, Moisés y Elías.


Como sabemos, una guerra planetaria parece tocar nuestras puertas. Tal cataclismo traería consigo muchas bombas atómicas con sus impactos destructivos y su radiación con alcance mundial, armas químicas que matan y diluyen de manera horripilante todo lo vivo, no solo lo humano, hiperinflación, quiebras financieras y productivas generalizadas, escasez de alimentos y agua, grandes hambrunas, todo con sus muertes generalizadas.


Mi punto en este artículo es que, ante los signos que estamos ya viendo, también estamos ante la inminencia de una Transfiguración planetaria. Una gracia muy especial para todos. No solo para quienes están en una búsqueda explícita de Jesús, del mundo espiritual. Como efecto de esa gracia, al ver todos la belleza del mundo antes invisible, es posible que cambiemos como consecuencia y el cataclismo final para toda la humanidad se evite. Como diré, e increíblemente, aún en caso de que el cataclismo se dé, quienes escojan el camino de la santidad podrán evitar sus efectos: sea porque se quedan voluntariamente él para ayudar a salvar el máximo número de gente y morir como mártires, sea porque van a ser conducidos a unos “Refugios” en que serán completamente protegidos.


Pero antes de hablar más de esa parte buena, haré la advertencia de que la catástrofe es prácticamente inevitable si no cambiamos durante la transfiguración general, no solo tal como lo vemos desde el punto de vista de los sentidos y los análisis terrenales, sino según lo dice el “consenso profético” de visionarios que sí que ven la verdadera realidad de lo que viene, por lo dicho de su capacidad de ver el futuro. Hoy quiero citar el ejemplo de una locución de Jesús que recibió vidente Jennifer. En un mensaje de hace diez años, el 22 de Mayo de 2012, Jesús le dijo lo siguiente (tengamos en cuenta que, en lenguaje bíblico, primavera significa abundancia, mientras que desierto significa desolación y calamidad):


“Yo lloro hoy, hijos Míos, pero son aquellos que no hacen caso a Mis advertencias los que llorarán mañana. Los vientos de la primavera se convertirán en el polvo ascendente del verano a medida que el mundo comience a parecerse más a un desierto. Antes de que la humanidad sea capaz de cambiar el calendario de este tiempo, habrán sido testigos del colapso económico. Solo aquellos que presten atención a Mis advertencias estarán preparados. El Norte atacará al Sur cuando las dos Coreas entren en guerra entre sí. Jerusalén temblará, Estados Unidos caerá y Rusia se unirá a China para convertirse en dictadores del nuevo mundo. Ruego advertencias de amor y misericordia porque yo soy Jesús y la mano de la justicia pronto prevalecerá.”

Jennifer es una famosa vidente, ama de casa, parte del consenso profético, cuyos mensajes divinos cuentan con la aprobación oficial de la iglesia por decisión de Monseñor Pawel Ptasznik, uno de los asistentes del Papa Juan Pablo II.


La parte buena es que, justo para evitar esas calamidades definitivas ocurrirá la mencionada Transfiguración general: Se trata del tan anunciado “Aviso”, llamado también “Iluminación de Conciencia”, en que absolutamente todos los humanos tendremos la gracia especialísima de ver el mundo invisible. Es exactamente de lo que habla Jesús en la citada locución cuando menciona “Mis advertencias”. Notemos que “Aviso” también se puede entender como “Advertencia”, y de hecho, en Inglés, se le llama así, que traducido se expresa como “Warning” en ese idioma. De estos temas hablo aquí más extensamente:


https://www.quehacer.wiki/wiki/Un_exorcismo_para_toda_la_humanidad_esta_cerca


En un próximo artículo, a ser titulado “La Utopía Cristiana está cerca”, describiré las etapas de lo que viene. Por ejemplo, detallaré que luego del Aviso o Advertencia, vendrá una “Amnistía”, en que cada quien podrá rectificar sus caminos y escoger a Dios sobre Satanás. Podrá optar entre la santidad (¡y sus milagros!) y la perdición. Si hay suficiente gente que escoja el mal, será inevitable la Tercera, y última, Guerra Mundial. Y serán ellos quienes la padecerán, por razones de la justicia divina mencionada por Jesús: para que los justos no paguen por los pecadores, como dice el sabio adagio popular.

En efecto, quienes escojan el camino de Dios se salvarán. Sea porque escojan quedarse en la guerra para seguir haciendo esfuerzos para socorrer a la mayor cantidad de gente posible y convencerlos para que recapaciten y se salven, sea porque sean llevados a los previstos Refugios en que serán protegidos por completo. En ellos no pasarán hambre, sed, enfermedad, radiación y demás efectos de la guerra, que durará unos tres años y medio, según el libro del Apocalipsis y el consenso profético.


En resumen: la Tercera Guerra Mundial puede ser evitada. Sea individualmente, o sea para toda la humanidad. Ya sabemos cómo.

Finalmente, es bueno saber que el Aviso podría ocurrir este año, y muy pronto. Recomiendo este artículo al respecto, ya que Daniel O’Connor es, en mi opinión, uno de los mejores analistas de los consensos proféticos, y sigue de cerca los acontecimientos mundiales relacionados con ellos:


https://dsdoconnor.com/2022/03/14/warning-2022/


Cordialmente, éxito y bendiciones para lo que viene, y pendientes,


Felipe

PD: Evangelio sobre la Transfiguración:


“En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, Pedro le dijo a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el escogido, escúchenlo.» Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto”.